Edición 2020
Una normalidad extraordinaria
Una crisis sanitaria, social y cultural que lo ha cambiado todo nos ha instalado en el terreno de la incertidumbre absoluta, ¡pero las artes siempre se han movido y se moverán en la crisis y la incertidumbre! Hemos querido que la 29ª edición de Temporada Alta fuera lo más continuista posible y, por esta razón, hemos mantenido una programación basada en los ejes que conforman el festival: la internacionalización, el soporte a la creación y la autoría del país, los vínculos con los espectadores y la ciudadanía, así como los proyectos socioeducativos.
Hemos trabajado para ofrecer las máximas garantías de seguridad en los espacios y para que los teatros sean espacios seguros, con distancia de seguridad en el interior de las salas y todas las medidas necesarias. Por todo esto el festival de este año ha tenido una programación presencial un poco más reducida, pero hemos incorporado una sección de programación a distancia: el entorno digital nos ofrece nuevas oportunidades para explorar. Así que hemos querido aprovechar las circunstancias actuales para replantearnos algunas cosas y trazar las líneas de lo que podría ser un festival del futuro.
Un doble festival
Temporada Alta ha presentado un total de 111 espectáculos durante la edición del 2020, 56 de los cuales se han podido ver en modalidad presencial y 55 en modalidad a distancia. El festival ha conseguido mantener casi la totalidad de los espectáculos inicialmente previstos y, ante el cierre de los teatros durante dos semanas, desde la organización se ha decidido alargar el festival hasta el 22 de diciembre y reprogramar el máximo de espectáculos posibles, ya sea de forma presencial o ofreciéndolos en el marco de la programación a distancia. La respuesta del público a la incorporación de la programación a distancia, que se ha puesto en marcha este año por primera vez, ha sido muy positiva y ha permitido experimentar con nuevos formatos de creación y exhibición, así como ofrecer espectáculos que no se han poddo ver de forma presencial.
Ha sido el festival más difícil que hemos vivido, pero hemos conseguido los objectivos que nos habíamos propuesto gracias a todas las personas que han participado y también gracias a la complicidad de los ciudadanos, que no han dejado de venir al teatro.
El cartel: renacer de las cenizas
Los incendios que se produjeron el año pasado en Brasil fueron catastróficos: según el Instituto Nacional de Investigaciones Especiales de Brasil (INPE), entre enero y las tres primeras semanas de agosto se contabilizaron 71.497 focos de incendio, la mitad de los cuales se detectaron en el Amazonas. Los focos se produjeron en diversos estados de Brasil —Roraima, Acre, Rondonia, Mato Grosso do Soul y Amazonas—, y el humo llegó a oscurecer el cielo de São Paulo, en el otro extremo del país, después de que el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro relajase los controles de la agencia de medio ambiente, IBAMA, y legislase a favor de la agricultura y la minería, unas actividades responsables de una parte de los incendios. No es de extrañar hablar de medio ambiente en el marco de un festival de artes escénicas como Temporada Alta: los artistas que participan en cada edición llevan muchas problemáticas de la actualidad al escenario. También porque el festival tiene una presencia creciente en Latinoamérica. Aún así, la razón concreta por la cual este texto comienza explicando los estragos del fuego en Brasil es para hacer de altavoz a lo que propone la fotógrafa Cristina de Middel con la imagen del cartel de la edición de este año, la 29ª: «Como el festival me dio carta blanca, busqué una imagen que fuese atractiva estéticamente, pero que detrás de todos estos colores incluyese un mensaje de alarma para reflejar los tiempos que vivimos. Me gustan mucho los carteles, representan otro uso de la imagen», subraya.
Es la primera vez que Cristina de Middel recibe el encargo de hacer un cartel, a pesar de que otras imágenes suyas se utilizan en otros carteles. «La situación de los incendios donde hice la fotografía, en Mato Grosso, era terrible», dice la artista, a quien le gusta dejar un margen para que el espectador haga su interpretación de la imagen: «No sabemos si está bien o mal, si está bien o no, la imagen tiene diversas lecturas. Cada fotografía es como una palabra y tu la incluyes en una frase para que diga una cosa u otra. Me parece fantástico reciclar el significado de una imagen, es un triunfo de la fotografía», explica.
Cristina de Middel se marchó de España hace casi diez años y se ha establecido entre Brasil y México en los últimos cinco. La pandemia del coronavirus ha reducido su ritmo de trabajo y, después de ser conocida por su fotografía con mirada social, como vive en medio de la selva en el estado de Bahia, ahora avanza en un proyecto sobre la batalla del hombre y la naturaleza: «Es un proyecto que estoy haciendo con mi marido, Bruno Morais, con los animales e insectos que entran en casa». De Middel asegura que la experiencia que tiene de la naturaleza es «muy inmersiva». «Se hace más evidente que nunca la invasión que hacemos nosotros. Cuando tienes una casa en medio de la selva, de repente te entran serpientes, murciélagos y todo tipo de insectos, grandes como un puño. No es ni una guerra, el espacio es suyo, y a la fuerza debemos reflexionar sobre nuestro papel en la naturaleza», concluye De Middel. El encargo a De Middel se puede relacionar con el de otro fotógrafo que ha cuestionado los límites de la fotografía: Joan Fontcuberta (2006). También con el de Eulàlia Valldosera (2014), porque comparten una preocupación de mirada ecologista
Antoni Ribas Tur
Cristina de Middel
La fotógrafa Cristina de Middel (Alicante, 1975) es miembra asociada de la agencia Magnum desde el año 2017 y vive y trabaja entre México y Brasil. De su propio trabajo, De Middel, que recibió el Premio Nacional de Fotografía en 2017, afirma que combina «aproximaciones documentales y conceptuales» y que juega «con la reconstrucción de arquetipos y estereotipos que ayudan a difuminar la separación entre la realidad y la ficción». Después de diez años trabajando en prensa y como fotógrafa humanitaria, la trayectoria de De Middel dio un giro en el fotolibro The Afronauts, una recreación a través de puestas en escena de la misión fallida de viajar a la luna del gobierno zambiano. Con este libro, fue la primera española finalista del prestigioso premio Deutsche Börse en 2013 y ese mismo año recibió el premio Infinity del Centro Internacional de Fotografía (ICP).
Cristina de Middel es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, y postgraduada en Fotografía por la Universidad de Oklahoma y en Fotoperiodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Entre los más de doce fotolibros que ha publicado están Party (Editorial RM y AMC Books, 2013), This is What Hatred Did (Editorial RM y AMC Books, 2015), Muchisimo (La Fábrica, 2016), Cucurrucucú (Editorial RM, 2016) y The Perfect Man (La Fábrica, 2017). En Cataluña también es conocida porque en 2017 ganó el primer premio fotográfico organizado por F.C. Barcelona. Cristina de Middel está representada por la galería Juana de Aizpuru (Madrid).
Algunas de las colecciones donde se pueden encontrar obras de Cristina de Middel son el Metropolitan de Nueva York, la Universidad Politécnica de Valencia, el Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza, la fundación Sarthou Carreres y los fondos de arte del banco Espiritu Santo.
El corto: ¿y ahora qué?
Y ahora…
Y ahora…
Y ahora…
¿Y ahora qué?
¡Qué! Ahora…
Ahora…
Ahora…
Salvador Sunyer Vidal,
director del corto