Edición 2019
Del escenario al mundo
La 28ava edición de Temporada Alta presenta una programación extensa que engloba géneros, disciplinas y públicos diferentes, siempre con la voluntad de exhibir la mejor creación europea, promover el talento local y mantenerse como un festival de referencia en el ámbito nacional, estatal y europeo. Angélica Liddell, Christiane Jatahy, Oskaras Korsunovas, Thomas Ostermeier, Marta Carrasco, Àlex Rigola o Sol Picó son algunos de los nombres de un cartel que, este año más que nunca, sube la realidad a los escenarios de Temporada Alta.
El festival se erige como una de las principales plataformas de exhibición y producción de artes escénicas del sur del continente europeo y mantiene las siguientes líneas de actuación:
Polo de exhibición de la mejor creación internacional, con compañías y dramaturgos que repiten (Angélica Liddell, Oskaras Korsunovas, Thomas Ostermeier…), otros que vienen por primera vez (tg STAN o Dada Masilo) y la consolidación del ciclo Conexión Iberoamérica (Christiane Jatahy, Claudio Tolcachir, Sergio Blanco…).
Motor de producción de espectáculos con un total de 21 producciones, que mezclan nombres de la escena internacional y nacional.
Exhibición de la creación catalana con nombres como Sol Picó. Sílvia Munt, Àlex Rigola, Clàudia Cedó, Carlota Subirós, Marta Carrasco o Sergi López.
Empuje al público joven a través de Artèria, un colectivo dirigido a personas de hasta 30 años que este año se estrena con cuatro espectáculos.
Consolidación del programa socio-educativo A Tempo – Arts i formació, que refuerza la vertiente educativa del festival y que, durante octubre, presenta obras en centros educativos bajo el título Temporada Alta a l’Aula.
Promoción del encuentro entre directores, compañías y programadores a través de la Semana de Programadores, un escaparate de la creación contemporánea.
Consolidación del Torneig de Dramatúrgia Catalana, una competición teatral que se ha exportado a otras ciudades y que este año cuenta con ocho dramaturgos que no han venido nunca.
Apuesta por la pluralidad de formatos, de temas y de públicos, con propuestas musicales y cinematográficas y un abanico muy diverso de espectáculos teatrales.
El sentido de un festival
Vivimos momentos extraños en que muchas veces da la sensación de que el mundo va a la deriva y que muchos ciudadanos parecen títeres desorientados que siguen voces absurdas y poco humanas que les proponen soluciones sencillas y sin ningún futuro.
En esta situación qué sentido y qué utilidad puede tener un festival de artes escénicas, más allá de presentar los mejores espectáculos posibles? En la vigésima octava edición de Temporada Alta hemos intentado que el centenar de espectáculos que presentamos nos ayuden un poco a saber de dónde venimos, dónde estamos y, si puede ser, hacia dónde podemos ir.
Con esta programación que os presentamos hemos intentado no olvidar que lo qué pasa en el mundo es lo que pasa a las personas y que hace más de tres mil años que los artistas se han centrado en pensar sobre la condición humana.
Por eso nos gusta poder presentar por ejemplo O agora que demora un gran espectáculo sobre la inmigración hecho a partir de la Odisea, o Iphigenia en Vallecas un espectáculo sobre cómo el sistema deja a la juventud sin futuro o Macbettu, un espectáculo sobre el poder… Por qué tanta gente dice que no se deben hacer los clásicos? Hay algo más contemporáneo que las grandes obras?
Mirar de dónde venimos (por eso este año estamos tan contentos de tener textos de Shakespeare, Rodoreda, Pinter, Lorca, Bertrana, Zweig, Walser, Verdaguer…) estamos seguros de que nos puede ayudar a saber un poco donde estamos y, vete a saber, quizá también hacia dónde podemos ir…
El festival está pensado para un público muy amplio y tenemos la pretensión de que cualquier ciudadano pueda encontrar espectáculos que le gusten. Pero sobretodo Temporada Alta, tal y como explicamos en detalle en este documento, presenta algunos de los grandes espectáculos internacionales (29 montajes), al lado de muchas producciones y coproducciones del festival (26) y lo hace con la voluntad de apoyar especialmente la creación contemporánea (25) y la dramaturgia, no solamente textual, catalana (58).
Como nos preocupa el futuro, estamos seguros de que las artes nos pueden ayudar a cohesionar la sociedad, a hacer a los ciudadanos más libres, incluso darnos pistas para ver hacia donde podemos ir. Por eso, desde hace dos años pusimos en marcha el proyecto A Tempo con la Fundació Ciutat Invisible con el cual queremos conseguir que todas las niñas y los niños de Girona y Salt tengan acceso gratuito al mundo de las artes y este es, para Temporada Alta un eje vertebrador básico del festival.
Salvador Sunyer, director de Temporada Alta
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Cartel 2019
Dos gigantes toman el espacio público
Los carteles de las sucesivas ediciones del festival Temporada Alta son un reclamo muy potente, y también permiten observar el carácter polifacético de muchos de sus autores y la relación que tienen con las artes escénicas, el teatro y la performance. El autor del cartel de este año, Jordi Colomer (Barcelona, 1962) es un buen ejemplo, sobre todo cuando habla de la noción de “teatro expandido”. “En mi obra en vídeo hay un primer momento en que todo sucede en espacios cerrados y platós, y en el momento en el que salgo al espacio público, progresivamente los actores son la gente que vive en la ciudad”, afirma Jordi Colomer. “En el espacio público están todos los elementos teatrales: la escenografía es la ciudad, los actores son los habitantes y si hay una ficción, muchas veces es improvisada. El sistema del teatro lo traducimos cotidianamente a toda nuestra organización del espacio”, subraya.
Los protagonistas del cartel de Jordi Colomer son los actores Guillem Barbosa y Laura Weissmahr. Aparecen como dos gigantes encima de las características reproducciones de edificios de su obra, una alteración que para el artista refleja cómo la realidad está también “distorsionada”. “Una de las referencias que di a Guillem y Laura fue Karl Valentin, es un personaje que siempre me ha interesado mucho, porqué es una mezcla de lo que es teatral, el dadaísmo y el absurdo y me gusta mucho el gesto grotesco de la mueca, el personaje caricaturesco que interpreta Laura”, dice el artista.
Jordi Colomer ha trabajado con Laura Weissmahr en diversos proyectos en los últimos años, entre los cuales está el que presentó en el pabellón español de la Bienal de Venecia de arte en 2017 y la última Manifesta. Laura Weissmahr tiene su propia compañía y forma parte del reparto de la película de Elena Martín Julia ist. Por lo que se refiere a Guillem Barbosa, al margen de su vertiente como performer, participó en el montaje de El chico de la última fila protagonizado por Sergi López. Los dos coincidieron en la obra Wohnwagen.
Jordi Colomer había realizado diversos carteles anteriormente y por lo que se refiere al de Temporada Alta encuentra su “precedente” en una obra suya anterior, Crier sur les toits (2011) (Gritar en las azoteas) que incluía unos carteles que anunciaban una fiesta. “Los carteles estaban en la calle y también en la sala de exposiciones y aparecía gente gritando en los tejados, con la idea de que los tejados son como escenarios a escala de ciudad”.
La actualidad de la política catalana se cuela en el cartel de Jordi Colomer en las banderas que hay pintadas encima de los balcones del edificio dónde está Laura. Hay dos banderas independentistas, dos españolas, una senyera, una bandera amarilla, para reclamar la libertad de los presos políticos, y, dando visibilidad a una de las comunidades que vive en Catalunya, una bandera marroquina. Marruecos es también uno de los países dónde el artista ha trabajado en los últimos años. “En nuestro país está colonizada por este tipo de signos, y parece que no puedes tener una arquitectura sin el comentario de como intervienen dando su opinión sobre cuestiones políticas. Ya hace muchos años que vivimos este uso de los edificios para expresar opiniones públicas de los habitantes. En nuestro país es muy exagerado y muy singular”, explica Colomer.
La relación de Colomer con las artes escénicas se remonta a los años 90: su exposición en el Tinglado 2 de Tarragona llevaba como título Alta Comèdia y fusionaba trabajos escultóricos, elementos escenográficos y referencias a la arquitectura. Más adelante fue “de manera puntual”, dice él mismo, el escenógrafo de montajes como Olga Sola, de Joan Brossa, dirigido por Rosa Novell; Final de partida, de Samuel Beckett, capitaneado también por Rosa Novell; Perfect lives, de Robert Ashley, en la sala Metrònom y Carta als actors, de Valère Novarina con la compañía Teatre invisible en el Teatre Lliure. “Conocía a Rosa desde que hacíamos la revista Àrtics. La conocí cuando estaba ensayando Oh, els bons dies!, de Samuel Beckett, que fue la obra que la reafirmó como una actriz muy importante. Seguí el proceso de aquel espectáculo y para mi fue muy importante porque para mí fue el descubrimiento no solo de Beckett sino del teatro desde dentro”, recuerda Colomer. “Rosa era muy actriz -añade-, muy diva, pero era de las pocas que tenía cierto contacto con el arte contemporáneo, la arquitectura y la literatura”.
La relación de Jordi Colomer con el hecho teatral es orgánica y también se encuentra en sus trabajos de vídeo y en su interés por el espacio público. En este sentido se puede decir que tanto sus trabajos en la calle como las artes escénicas tienen el afán de debatir sobre los usos del espacio público y sus usos colectivos. Entre toda esta retahíla de trabajos, hay uno que incluye una referencia teatral concreta: No Singing (2012), sobre los proyectos megalómanos de ciudades-casino durante la España de la crisis, tiene como referentes a Mahagonny de Bertold Brecht, concebida al mismo tiempo que se construía Las Vegas.
Jordi Colomer representó a España en la Bienal de Venècia de arte del año 2017 con el proyecto Join Us! y hace pocos meses abrió en Hospitalet de Llobregat el laboratorio de creación La Infinita juntamente con la productora cultural Carolina Olivares y el poeta Eduard Escoffet, uno de los objetivos es poner en relación las artes en vivo con las artes audiovisuales. A lo largo de su trayectoria Jordi Colomer ha expuesto en museos y grandes citas nacionales e internacionales como el Arts Santa Mònica, el Festival d’Art de Tolosa, ARGOS Centre for Art and media (Bruselas), Matadero Madrid, el Museo de Arte del Bronx, Laboratorio Arte Alameda (Ciudad de México), el Museo de arte contemporáneo de Hiroshima, Centre d’Art La Panera (Lérida), Jeu de Paume (París), Manifesta, Museo Reina Sofía, Museo Patio Herreriano (Valladolid), Fundació Suñol, Macba, Artium, Museo de arte de Orlando (Florida), Museo de Antioquia (Medellín, Colombia) y CA2M. Centro de Arte 2 de Mayo (Móstoles, Madrid), entre muchos otros.
Artistas dramaturgos y artistas performer
Por lo que se refiere a la relación con el teatro de otros artistas que realizaron algunos de los carteles de Temporada Alta, Narcís Comadira, el autor del cartel de 1997, es también dramaturgo y Frederic Amat (2000) ha realizado la escenografía de numerosos espectáculos, como La plaça dels herois i El público, y ha realizado numerosas performances. En sus espectáculos Carles Santos (2002) fusionó la música, la performance y el teatro y Jaume Plensa (2007) trabajó en montajes operísticos de La Fura dels Baus como La flauta màgica. Después de Antoni Tàpies (2008), del cual está pendiente la revisión de su vertiente escénica, Pep Duran (2016) es también escenógrafo y ha estado la temporada pasada en cartel en el TNC el montaje de El dolor, de Marguerite Duras, con escenografía de Francesc Torres (2012).
Antoni Ribas
Jordi Colomer, Barcelona 1962.
Colomer trabaja en el campo de la escultura y las instalaciones, la fotografía y el video-arte, y toda su actividad está teñida de un marcado sentido performático, poniendo a prueba a través de acciones los usos habituales de la arquitectura y el espacio urbano. Colomer se interesa por el sistema de representaciones de la ciudad y nuestra capacidad por subvertirlas. De esta indagación surgen temas derivados como el nomadismo, la periferia, el imaginario popular, el humor, la comunidad, aquello provisional, la ficción y la utopía.
Su trabajo se ha expuesto alrededor del mundo en museos, centros de Arte y bienales como el Museo Reina Sofía y Matadero (Madrid), el Jeu de Paume y el Centre Georges Pompidou (París), Belbedere 21 (Viena), Bronx Museum of the Arts (Nueva York), Arte Alameda (Ciudad de Méjico), Manifesta 10 (St. Petersburgo, Rusia), Manifesta 12 (Palermo, Italia), 7 Bienal del Mercosul (Porto Alegre, Brasil), Bienal de la Habana (La Habana, Cuba), MAAT (Lisboa), Bozar y Argos (Bruselas) o el ZKU, Zentrum für Kunst und Urbanistik (Berlín). Representó al pabellón español en la 57 Biennale de Venecia (2017) comisariado por Manuel Segade, con el proyecto ¡Únete, Join Us!. Hasta 2017, reside entre Barcelona y París. En 2018 impulsa con el poeta Eduard Escoffet y la productora Carolina Olivares, La Infinita, laboratorio de creación y lugar de encuentro entre artes visuales y artes en vivo, situado en Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Colomer ha trabajado también como escenógrafo: Olga Sola (Joan Brossa), Final de partida (Samuel Beckett), Perfect lives (Robert Ashley), Carta als actors (Valère Novarina).
Ha impartido numerosos workshops (sel. recientes): 2018, A guided tour / Una visita guiada. Sandberg Instituut Amsterdam (Holanda); 2018, New Palermo Felicissima. Centro sperimentale di Cinematografia, Palermo (Italia); 2016, Welcome to Caveland?, ENSA Architecture, Paris-Malaquais, en colaboración con el Théâtre Nanterre-Amandiers (Centre Dramatique National), Paris.
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Corto 2019,THEATRE – THÉÂTRE – THEATER – TEATRO – TEATRE
Cómo en ediciones anteriores, el corto de Temporada Alta es una colaboración estrecha entre Nanouk Films y el Festival y sigue la premisa de ser una declaración de intenciones, un espacio de experimentación y una pieza artística en sí misma.
Dirigido por Salvador Sunyer i Vidal y con guión de Víctor Santacana i él mismo, este año el corto también es fruto de una colaboración con el artista del cartel, Jordi Colomer, que ha trabajado en el campo de la escultura, las instalaciones, la fotografía, y videoarte. De hecho, tanto el corto como el cartel tienen los mismos protagonistas: Laura Weissmahr y Guillem Barbosa, con un cameo del mismo Jordi Colomer. Y tanto el corto como el cartel presentan el espacio público urbano como un teatro inmenso, dónde la escenografía es la ciudad y la ficción nace de las interacciones forzadas entre los que habitan.
Y si el cartel de este año presenta el espacio público como espacio eminentemente político, el corto también se centra en la vertiente política de un espacio mucho más claustrofóbico: el metro de una ciudad grande. La violencia y la complicidad con la violencia que se ejerce sobre terceros es probablemente el tema principal de un corto que nos pone a nosotros, los espectadores, en el ojo de mira. Qué haremos en esta u otra situación? Hasta cuando hay que aguantar la mirada? La humillación, la propiedad o el poder (sobre la mirada, sobre el punto de vista o sobre el espacio público), así como la morbosidad o la narrativa del terror son algunos de los temas de uno de los cortos más claustrofóbicos del festival.
Nota del director
“Toda violencia comienza siempre con una humillación” – Asghar Farhadi
Últimamente nuestra sociedad ha experimentado un reencuentro con diversas formas de violencia y quien más y quien menos ha tenido que enfrontarse a una realidad incómoda.
El corto inaugural del Festival Temporada Alta 2019 se plantea como una hipotética experiencia escénica que viviremos, a tiempo real, durante el trayecto entre dos paradas de tren. Así pues, el protagonista de esta pequeña obra de teatro es el espectador, es decir, nosotros, y quiere plantearnos cómo actuaríamos en una representación como esta pero sobretodo qué tendríamos que hacer cuando presenciamos una escena de este tipo en nuestra vida cotidiana. La cuarta pared teatral parece más gruesa cuando se trata según qué temas y por este motivo, este año queremos hablar de la violencia y por lo tanto de la humillación, de su naturaleza y de la relación que tenemos como ciudadanos.
Seguro que hay muchos tipos de violencias y que algunas de ellas son más visibles cada día pero la realidad es que la violencia, la más dura si se quiere, ha estado desterrada de nuestras vidas. La vemos en las redes, en la televisión, nos la explican todo el rato pero solo de vez en cuando nos toca de cerca. En el fondo todavía tenemos el privilegio de poder negar su existencia y seguramente por eso no sabemos gestionarla cuando aparece. La actitud que solemos tomar delante de un hecho violento acostumbra a ser el miedo y la inacción seguida de un sentimiento de culpa por no haber evitado la agresión y al final un dolor amargo y silencioso en nuestra conciencia. O no?
Creo que el teatro, como supuesta herramienta transformadora de una sociedad, debe encarnar este debate desde una doble perspectiva:
Podemos utilizar la violencia con finalidades artísticas con la suposición de hacernos mejores? Y consecuentemente, deberíamos utilizarla en alguna situación real? Es legítima? Es necesaria? Es útil?
Al final de este corto de 10 minutos de duración, quizá nos preguntamos por qué los actores Laura Weissmahr y Guillem Barbosa (pareja en la vida real) han accedido a representar (y soportar) esta violencia. Y nosotros?
El teatro, al fin y al cabo, es un espacio dónde los actores se ponen la máscara y el público se la quita, o simplemente, un espejo dónde mirarnos todos juntos.
Salvador Sunyer i Vidal. Director de Nanouk Films.
FICHA ARTÍSTICA
Dirigido por: Salvador Sunyer
Escrito por: Salvador Sunyer y Víctor Santacana
Producido por: Nanouk Films y Temporada Alta 2019
Chica: Laura Weissmahr
Chico: Guillem Barbosa
Hombre: Jordi Colomer
Música original: Sergio Beltrán
Director de producción: Andrés Mellinas
Director de fotografía: Toni Vidal
Directora de arte: Yaiza Ares
Vestuario: Atena Pou
Maquillaje y peluquería: Andrea Trenado
Montador: Marc Roca
Diseño gráfico: Helena Santacana
Diseño de sonido: Diego Pedragosa
Jefa de Comunicación Nanouk: Leonor Abreu
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Un público fiel
La encuesta también confirma la complicidad del público con el Festival y la cultura. El 99% asegura que repetirá y un 100% dice que lo recomendaría (sólo 8 personas de las 1.861 que han contestado la encuesta han respondido que “no”). Los atributos del Festival que destacan son la calidad y la variedad de los espectáculos y la programación internacional y la contemporánea que se han convertido en uno de los rasgos de identidad de Temporada Alta. Por otro lado, las quejas principales de algunos espectadores son los precios elevados y la rapidez con la que se agotan las entradas. La compatibilidad horaria con el transporte público y los restaurantes son otras de las mejoras reclamadas. Aún así cabe insistir en el hecho de que el 28% de los espectadores no cambiaría nada y que el 98% se lleva un buen recuerdo del Festival.Esta encuesta, elaborada por Temporada Alta, se realizó por correo electrónico el 5 de diciembre entre los espectadores registrados en la base de datos del Festival y que habían comprado alguna entrada para la edición de 2016.
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