Lluís Pasqual

Lluís Pasqual (Reus, 1951) es uno de los directores de escena más influyentes y una figura clave del teatro contemporáneo catalán y europeo. Su trayectoria, marcada por una profunda vocación humanista y gran exigencia artística, se ha desarrollado entre Cataluña, España y diversos escenarios internacionales. Formado en el Instituto del Teatro de Barcelona y vinculado desde sus inicios al movimiento de renovación teatral de los años setenta, Pasqual ha sido siempre una figura central en la institucionalización del teatro público en el Estado.

Fue uno de los fundadores del Teatre Lliure de Barcelona en 1976, una plataforma que transformó el panorama teatral catalán con una apuesta clara por la excelencia artística, la modernización de los lenguajes escénicos y la conexión con Europa. Su dirección del Lliure en diferentes etapas (1976-1983, y más tarde de 2011 a 2018) ha sido decisiva para convertirlo en una referencia cultural de primer orden.

La proyección internacional de Lluís Pasqual y su relación con Lorca

Pasqual ha desarrollado buena parte de su carrera fuera de Cataluña, trabajando en instituciones como Centro Dramático Nacional (CDN) o Teatro Arriaga de Bilbao, y dirigiendo montajes en ciudades como París, Milán, Florencia, Venecia, Moscú o Berlín. En 1990 fue nombrado director de la Schaubühne de Berlín, convirtiéndose en uno de los pocos directores catalanes al frente de un teatro público europeo de esa magnitud.

Una de sus obsesiones teatrales ha sido la obra de Federico García Lorca. Pasqual es considerado uno de sus mayores intérpretes escénicos, con montajes emblemáticos como Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba o El público, que ha dirigido en varias ocasiones con gran reconocimiento. Su sensibilidad, profundamente estética y poética, ha sabido conectar la tragedia lorquiana con los conflictos contemporáneos.

Lluís Pasqual y el compromiso con el teatro público

Más allá de la dirección escénica, Pasqual ha jugado un papel activo en la política cultural. Ha defendido un modelo de teatro público exigente, ambiciosamente europeo y arraigado en la cultura catalana. Ha recibido numerosos premios, como la Cruz de Sant Jordi, el Premio Nacional de Teatro y el Premio Nacional de Dirección Escénica. Pese a las críticas que han envuelto alguna de sus etapas institucionales, su legado artístico es incuestionable: una obra coherente, rigurosa y fiel a una idea alta y humanista del teatro.

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